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Desde siempre, todas las civilizaciones han dotado de un carácter especial a los lugares para celebrar sus ritos con el más allá. Considerados espacios sagrados y representativos de un dios, diosa, faraón, etc. han ido evolucionando en sus formas a lo largo de la historia con distintos resultados, según la confesión que han encarnado.

Las religiones en su afán de expansión siempre le han impuesto su modelo arquitectónico al lugar que conquistan. Hay ejemplos históricos como: la actual mezquita Al-Aqsa en Jerusalén, que se construyó sobre el Templo del Rey Salomón, un lugar de culto para el judaísmo, o parte de la mezquita de Córdoba que se modificó por una construcción cristiana, o la catedral de Sevilla, la cual se construyó sobre una mezquita almohade.

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